Una vez que se tiene la seda se preguntará ¿puedo lavarla? y ¿cómo?
Olvide lo que decían las abuelas “la seda no se lava”, eso se debía a que antaño el proceso de refinado de la seda no era completo. En la actualidad las sedas, de origen mayoritariamente Chino, tienen una excelente calidad, lo que permite su lavado a mano en casa. Es más todos los artículos de seda que hago han sido lavados al menos una vez para comprobar que el color se ha fijado correctamente. Aunque en colores muy subidos de tono puede teñir algo el agua. No se asuste, es normal.
El lavado siempre es preferible que sea a mano en agua fría o tibia con un jabón específico. Ojo, no se debe frotar, ni dejar a remojo en el agua, pues puede provocar transferencias de color en otras zonas del artículo por contacto.
Para quitar el exceso de agua, la mejor manera es estrujarla entre las manos, sin retorcer.
Puede plancharla aún húmeda por el reverso. Si tiene gutta (la pasta delimitadora) es preferible que interponga un paño blanco para evitar que se “agarre”.
Para guardarlo, si no va a usarlo en algún tiempo, lo mejor es enrollarlo, o como hacían las abuelas con sus mantones hacer un montoncito y proteger con un papel de seda.Si cuida adecuadamente la seda le durará generaciones.
Y ahora nos queda un caso especial, no, no hace falta que os asustéis. Es el caso de los últimos fulares que tienen flecos que yo llamo naturales. ¿Y porque naturales os preguntareis? pues por que no son insertados a posteriori, sino son simplemente la trama de la propia seda. Su mantenimiento es similar, solo que una vez seco el pañuelo debereis peinar los flecos con cuidad con un cepillo de uñas seco. Y como lo mejor es la imagen, aquí os dejo un pequeño vídeo para que veais como lo hago yo.